Familia tóxica: Cómo actuar para liberarte de su yugo

12 julio, 2021

Todos hemos crecido con la naturalización de frases como «la familia es lo más importante» o «primero la familia y después todo lo demás». Y es cierto que nuestra familia es el núcleo en el que se centran algunos de los afectos más grandes que cosecharemos a lo largo de nuestra vida. Pero, ¿Qué ocurre cuando ese grupo de personas con las que debemos sentirnos seguros y con la confianza para ser nosotros mismos, se convierten en una influencia negativa? En resumen, ¿Qué hacer si tienes una familia tóxica?

Índice del artículo

Una familia tóxica es más común de lo que te piensas

¿Te sientes un espécimen extraño dentro de tu familia?

¿Siempre te han dicho que eres la oveja negra?

¿Ves a tu familia como una atadura, como un peso?

¿Sientes que no puedes ser tu mismo dentro de tu familia?

¿Te sientes todo el tiempo juzgado, presionado u observado?

En primer lugar debemos tener claro que este un tema muy difícil de asumir y procesar, así que si te sientes identificado con estas líneas y estás agobiado, estresado e incluso sientes culpa, pues debes saber que es parte del proceso, y que con la orientación psicológica oportuna podrás aprender a manejarlo, sin que interfiera en tu desarrollo personal.

También es importante antes de entrar en materia, que sepas distinguir una familia diferente de una familia tóxica. En especial cuando nos enfrentamos a espacios de interacción social demasiado conservadores, estos conceptos pueden llegar a confundirse, y no es así. Una familia monoparental, una familia de una pareja homosexual con uno o varios hijos, o una pareja de divorciados con hijos en común, puede ser perfectamente sana.

Entonces, vayamos a lo profundo: ¿Qué es realmente una familia tóxica?

¿Qué es una familia tóxica?

El hecho de definir qué es una familia tóxica va mucho más allá de cualquier convencionalismo social. Como bien hemos escuchado, cada familia es un mundo, con sus propias costumbres y dinámicas. Pero las que se entienden como tóxicas son aquellas que manejan patrones de conducta dañinos, en los que no se respeta la individualidad de cada miembro, fomentando así un clima de incomodidad, inseguridad e inestabilidad, que afecta la salud de las emociones.

Realmente no es tarea fácil definir los patrones que hacen a una familia tóxica. Pero los síntomas que muestran algunos de sus miembros pueden ser un indicativo importante. Problemas de autoestima, problemas para establecer vínculos y desarrollar habilidades sociales, para lograr cierto nivel de independencia o incluso la violencia, pueden ser asuntos que se van tejiendo en el seno familiar.

Sobre este tema hizo un estudio especializado el psicoanalista norteamericano Donald Meltzer. Sus conclusiones apuestan a la existencia de tres grandes tipos de familia tóxica. Veamos cuales son:

La familia aglutinada

Se trata de un tipo de familia tóxica en la que todos los miembros están tan íntimamente unidos, que la individualidad deja de existir. El concepto de grupo impera sobre las particularidades de cada ser y este grupo suele ser cerrado y desconfiado. Para la persona que, dentro de este tipo de familia, se confronta, puede generarse una sensación de claustrofobia.

La familia uniformada

En esta clase de familias la autoridad aparece como un símbolo esencial. El padre o la madre ejercen una figura de poder tan fuerte, que no hay espacio a los pensamientos diferentes ni a la reflexión. Se tiende a la sumisión y a la aceptación del control excesivo.

La familia aislada

Todo lo contrario a los modelos anteriores que define Meltzer, la familia aislada carece de toda unión e identidad grupal. El individuo se mueve, crece y crea conforme a sus pensamientos, sin tener el respaldo o la compañía de una familia que represente para él un verdadero un soporte emocional. En este tipo de familia tóxica las interacciones entre los miembros suelen ser superficiales y se deriva en el individuo una sensación de soledad y de orfandad.

Las características de una familia tóxica

Ahora bien, ¿Te has puesto a pensar en tu propia familia y ves que tiene quizás aspectos combinados? Pues, más allá de la teoría, existen algunos patrones generales que se dejan ver en el día a día, que pueden ayudarte a visualizar si tienes o no una familia tóxica.

  • El exceso de control: Uno de los síntomas más notorios de una familia tóxica es el exceso de control, que ejercido durante la infancia puede llegar a derivar en conductas nocivas en la adolescencia y la adultez. Cuando somos controlados en exceso por nuestra familia, no nos desarrollamos con libertad. Tendemos a mostrar comportamientos de dependencia emocional, que pueden ser muy limitantes en la vida adulta.
  • La poca responsabilidad de los padres: Especialmente en familias integradas por personas que han sido padres muy jóvenes, puede presentarse una conducta de evitar las responsabilidades. La consecuencia principal para los hijos es que se ven obligados por la situación, a asumir roles de mayor responsabilidad, presión o carga, de la que les correspondería.
  • La violencia familiar o las adicciones: Un grupo familiar en el que la violencia física, psicológica, las adicciones a las drogas o al alcohol estén presentes, será siempre una familia tóxica. Una persona que crece en un entorno de estas características es proclive a desarrollar culpas, sentimientos de inutilidad, baja autoestima y demás patologías que sin duda afectan su desarrollo personal.
  • La conflictividad: Una familia que está marcada en su cotidianidad por el conflicto, las peleas, las discusiones y los malos tratos, también se considera una familia tóxica y enseña a los hijos patrones de conducta negativos que pueden incorporar en su adultez.
  • Los problemas de comunicación, afecto y exigencia: Y entre los factores más usuales que definen a una familia tóxica, nos encontramos con los problemas de comunicación, en los que no hay entendimiento entre los miembros. También la ausencia de afectividad por parte de alguno de los padres o miembros de la familia, puede causar resentimientos emocionales en otros. Y por último, la sobre exigencia, especialmente de los padres hacia los hijos, puede convertirse en una pesada mochila que genere consecuencias negativas en la adultez.

Bien, tengo una familia tóxica: ¿Cómo lo manejo?

Si sientes que una o varias de estas características definen tus vínculos familiares desde la infancia hasta ahora, quizás estás asumiendo como realidad el hecho de tener una familia tóxica. Esto, por supuesto, no implica que dejes de quererlos o de compartir con ellos. Pero si implica una profunda toma de conciencia, que te permita manejar estos vínculos emocionales de manera que no afecten tu propio bienestar y desarrollo.

Veamos los principales pasos que puedes seguir para manejar el escenario de tener una familia tóxica:

Utiliza la empatía

La empatía es uno de los principales secretos para tratar las relaciones de una familia tóxica. No se trata de tolerar abusos ni de someterte a cosas que no deseas, sino de tener una disposición a la comprensión y al diálogo. No te cierres ante lo que tus familiares quieren decirte y procura escucharlos sin estar cargado de prejuicios.

Pon tus mejores esfuerzos en comunicarte haciendo uso de la asertividad. De escuchar con tranquilidad y sin violencia y tratar de llegar a acuerdos. Y en caso de que no sea posible, simplemente respetar la posición del otro.

No intentes cambiar a las personas

¿Tienes un padre extremadamente controlador, exigente e impositivo? ¿O una madre sumisa y excesivamente tolerante, que no hace valer sus derechos? ¿O incluso una suegra que no quiere salir de tu casa, invadiendo la intimidad?

Pues lo primero que debes saber si tienes una familia tóxica, es que no puedes cambiar a las personas. No está en tu poder ni en tu ámbito de acción. Ellos pueden mejorar o transformar sus conductas tóxicas, si así lo desean. Pero no lo harán por una exigencia o una súplica tuya.

Asume que lo único que puedes cambiar son tus propias reacciones y comportamientos con respecto a la actitud de tus familiares.

No respondas al conflicto

En este punto quiero ser muy clara. No responder al conflicto no significa tolerar abusos, malos tratos o imposiciones de manera sumisa. ¡No! Más bien implica no atarte a la conflictividad sin sentido, extendiendo las peleas, las discusiones y los desencuentros que no llevan a ningún lugar.

Cuando asumes una actitud reactiva y respondes al conflicto con más violencia, entras en un espiral de toxicidad que no aporta nada. Al contrario, resta mucho a tu bienestar. Plantea tus opiniones y tu posición con la solidez que creas necesaria, pero aprende a dejar enfriar tus propias emociones, antes de sucumbir a discusiones sin sentido.

Sumarte de manera irracional a un conflicto solo desembocará en más diferencias y en la multiplicación de heridas emocionales que podrían ser evitadas con un poco más de conciencia.

Aprende a poner límites

Y justamente en este sentido, si sientes que tienes una familia tóxica, es fundamental que aprendas a poner límites que te permitan auto protegerte. No te sientas culpable por marcar cierta distancia con uno o varios de tus familiares. Asume el control de tu vida y deslígate de la necesidad de aprobación de tu familia. Actúa por ti mismo, decide por ti mismo y comparte con ellos solo aquello con lo que te sientas cómodo.

Trabaja en el uso de palabras que forman parte de la comunicación asertiva y que marcan tus propios límites sobre situaciones, acciones o cosas que simplemente no deseas hacer o vivir. No sientas remordimientos por decir: No puedo ir a esa reunión, No quiero ir a ese evento, No estoy de acuerdo con esa medida. Plantear tu propia visión de las cosas, siempre desde el respeto, te ayudará a verte a ti mismo desde una perspectiva más fuerte e independiente y eso lo transmitirás a los demás.

La necesidad de poner distancia

La realidad de algunos vínculos en las familias tóxicas es que, por mucho esfuerzo que hagamos en comunicarnos mejor, en superar los episodios de maltrato psicológico y en reconstruirlos desde una nueva perspectiva, no siempre es posible.

Si esa persona, esa madre, ese padre, ese hermano, esa suegra, ese tío, sientes que te hace daño, que no importa cuántos esfuerzos hagas en mejorar el vínculo, te sigue resultando nocivo y dañino para tu bienestar, es importante que aprendas a poner distancia física. 

Quizás mantener esta decisión por un período de tiempo te ayude a retomar el control sobre tus emociones y sobre tu vida. No tengas miedo a hacerlo si sientes que de verdad lo necesitas.

En definitiva, el hecho de tener una familia tóxica puede tener grandes consecuencias psicológicas, que afecten nuestra visión de nosotros mismos, la forma en la que nos vinculamos con los demás, nuestra disposición al trabajo y a los logros… Pero partiendo de la conciencia como elemento clave, podemos distinguir los elementos de toxicidad de nuestro núcleo de origen y trabajar para superarlos.

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¡Hasta la próxima!

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