Te lo tengo que decir: vives engañado

2 septiembre, 2015
vives engañado

No quiero que te enfades conmigo, pero tengo que decírtelo: vives engañado.

Algo habrás notado a lo largo de tu vida. Vives engañado por las expectativas, engañado por la publicidad, engañado por la televisión, engañado por ocultar tus verdaderas emociones y que los demás oculten las suyas…

Basta.

Hoy quiero que despiertes de ese mundo de engaños y vivas una realidad más consciente. ¿Te apuntas? Al final te dejo mi técnica take-away para engañarte en positivo (puestos a engañar… :P)

Índice del artículo

Los engaños de los medios de comunicación

La publicidad nos bombardea con estereotipos anticuados, con familias perfectas que hacen la compra, con casas impolutas pero con cal en la lavadora… Venga ya, eso no hay quien se lo crea. En este sentido, me gusta mucho el nuevo vídeo de un fregasuelos (no recibo comisión por decir esto) en el que se muestra, teniendo en cuenta que es un anuncio, una casa un poco más realista.

Yo como mujer, estoy un poco harta de tanta desnudez perfecta, de tanta sexualidad para vender un suavizante o un bolso… Es exagerado. Pero es que como psicóloga me duele que nos bombardeen con imágenes nada realistas sobre las mujeres, los hombres, las relaciones y las familias.

Reconozcamos que el tipo de familia nuclear ha dado paso a distintas clases de familias que pueden ser igual o más felices: familias con padres divorciados, monoparentales, homosexuales, con hijos adoptados, hijastros y madrastras, etc.

Cuando yo voy por la calle, las personas con las que me cruzo son normales. En los anuncios salen verdaderos cuerpazos que parecen esculpidos por dioses y perfectamente peinados, depilados y maquillados. Y si nos bombardean constantemente 24 horas al día con publicidad de este tipo (en televisión, en carteles, en el supermercado…) acabamos creyéndonos que esa es la realidad.

Ya ni hablar del telediario, donde te muestran una porción de la realidad: políticos corruptos, guerra, catástrofes, la maldad y avaricia de las personas… No todo el mundo es así, no todos los políticos son corruptos (aunque en este país parezca que cuando te dan un cargo te convalidan la Diplomatura en Corrupción), ni todas las personas son malas (lo que pasa es que las malas hacen más ruido), ni todo lo que ocurre son desgracias (las cosas buenas que pasan en el mundo no nos las dice el telediario). Aprendamos a diferenciar que una cosa son titulares de interés y otra muy distinta la realidad actual.

Pero no me quiero enrollar en esto porque mi post va enfocado a cómo nos engañamos a nosotros mismos.

Lo más peligroso: Los engaños de tu mente

Tu mente te engaña, bueno, más bien distorsiona y hace que veas sólo una parte de la realidad. No lo hace para hacerte la puñeta, lo hace para ahorrar recursos. Te explico.

Nuestra vida gira en torno a hábitos que repetimos todos los días. Esto lo hacemos porque este modo de vivir gasta pocos recursos y deja en piloto automático todo el proceso. Para que te hagas una idea, actuamos de manera inconsciente el 95% del tiempo, y sólo el 5% restante lo vivimos de manera consciente. ¡Que no cunda el pánico! Actuar de manera inconsciente no es ir a lo loco, es actuar según los patrones que hemos automatizado a lo largo de nuestra vida. Cuando actuamos de manera consciente nuestro cerebro necesita gastar mucha energía consumiendo mucha glucosa y nos podemos agotar mentalmente.

Tu mente necesita optimizar el tiempo, y como la mayor parte de las veces nos movemos en el mismo entorno, ha aprendido a generalizar y distorsionar la realidad para ahorraros trabajo de tener que procesar todos los estímulos que recibimos. Esto puede hacerlo por experiencias que hemos tenido anteriormente, traumas o directamente por influencia genética. Voy a profundizar un poco más.

Las generalizaciones

Las generalizaciones se basan en cosas que das por supuestas, en aspectos que no cuestionas porque «generalmente» son o se hacen de una manera determinada y son una clara señal de que vives engañado.

Ejemplos:

«En esta casa las cosas son así».

«Siempre metes la pata».

«Debería estudiar más».

«Si un trabajo no te cuesta ni te duele, no es un trabajo».

Si detectas alguna de estas frases como propia o la oyes a menudo, alerta roja. Estás usando o están usando contigo generalizaciones. Lo peor es que no las ves venir y aceptas que esa es la realidad. Y no podrías estar más equivocado.

Existe un fenómeno estudiado en la psicología de los grupos, el conformismo social, en el que la opinión propia puede cambiarse fácilmente para adaptarse a la de la mayoría. Hay muchísima investigación sobre el tema, pero hoy en concreto quiero ponerte otro ejemplo.

Los monos y los plátanos prohibidos

En un experimento se metieron cinco monos en una habitación. En el centro de la misma ubicaron una escalera, y en lo alto, unos plátanos. Cuando uno de los monos ascendía por la escalera para acceder a los plátanos, los experimentadores rociaban a los demás monos con un chorro de agua fría. Al cabo de un tiempo, los monos asimilaron la conexión entre el uso de la escalera y el chorro de agua fría, de modo que cuando uno de ellos se disponía a subir un busca de un plátano, el resto de monos se lo impedían con violencia. Al final, e incluso ante la tentación del alimento, ningún mono se atrevía a subir por la escalera.

En ese momento, los experimentadores cambiaron uno de los cinco monos iniciales por uno nuevo.

El mono nuevo, naturalmente, trepó por la escalera en busca de los plátanos, pues no sabía la conexión entre los plátanos y el agua fría. En cuanto los demás monos observaron sus intenciones, se abalanzaron sobre él y lo bajaron a golpes antes de que el chorro de agua fría hiciera su aparición. Después de repetirse la experiencia varias veces, al final el nuevo mono comprendió que era mejor no subir por la escalera y se olvidó de querer conseguir los plátanos.

Los experimentadores sustituyeron otra vez a uno de los monos del grupo inicial. El primer mono sustituido participó en las palizas al nuevo mono, aún cuando él había entrado a la habitación hacía relativamente poco.

Posteriormente se repitió el proceso con el tercer, cuarto y quinto mono, hasta que llegó un momento en que todos los monos del experimento inicial habían sido sustituidos.

En ese momento, los experimentadores se encontraron con algo sorprendente. Ninguno de los monos que había en la habitación había recibido nunca el chorro de agua fría. Sin embargo, ninguno se atrevía a trepar para hacerse con los plátanos.

Si hubieran podido preguntar a los primates por qué no subían para alcanzar el alimento, probablemente la respuesta hubiera sido esta “No lo sé. Esto siempre ha sido así”.

¿Cuántas veces damos por hecho cosas que no hemos probado en nuestra vida, simplemente porque nos dicen «esto siempre ha sido así»?

Las distorsiones cognitivas

Las distorsiones cognitivas son interpretaciones erróneas de la realidad que hace nuestra mente y que se convierten en realidades para nosotros. Si no las conoces y las detienes, pueden guiar tu vida por un camino no deseado.

Ejemplos:

«Todo me sale mal» / «Nada me sale bien» (Todo en forma de absolutos, sin matices)

«¡Ya habéis roto algo!» (Tú no has tenido nada que ver, claro…)

«Ya sabía yo que ibas a hacer eso…» (Predecir el futuro)

«Es que si fuera más guapa, más alta, más lista, tuviera más dinero….» (Falacias de atribución)

Echando la culpa a los demás o directamente al universo, nos hace vivir en un mundo irreal. En el momento en el que tomas responsabilidad de tus actos dejas de echar culpas y empiezas a vivir de manera proactiva y realista. Te invito a detectar tus distorsiones y combatirlas.

Y en muchas ocasiones el problema es el dinero. ¿Acaso no existen formas de crear dinero de forma pasiva? ¿No podrías crear tú mismo esa fuente de ingresos?

Vives engañado en tu mundo de fantasía o de terror

Si nuestra mente igualmente va a generalizar y va a distorsionar la realidad… ¿por qué no actuar sobre ese mecanismo y que juegue a nuestro favor?

Esto es sencillo en teoría, pero cuesta su trabajo y su tiempo en la práctica. Consiste en desautomatizar los patrones inconscientes que tienes anclados en tu mente y están guiando tu comportamiento. Primero tienes que detectar qué es lo que te hace vivir engañado y después podremos ponernos manos a la obra.

El efecto pigmalión y la profecía autocumplida van en este sentido, y la PNL (Programación Neurolingüística) también. La importancia del lenguaje, de cómo codificamos el pensamiento, determina nuestra vida. Cambiemos nuestros pensamientos y podremos comernos el mundo.

Aquí te dejo mi técnica take-away para quitarte de una vez esas gafas que distorsionan tu realidad y te hacen vivir engañado. Te presento mi técnica autoengáñate en positivo.

take awayMi técnica Take-away:
¿Vives engañado? Autoengáñate en positivo

Si aceptamos que el pensamiento guía nuestra vida nos convertimos en artífices y creadores de nuestra realidad. Aceptemos la premisa de que existen tantas realidades como personas la observan y que cada uno interpreta la realidad según la procese.

Según esto, si pienso «Todo me sale mal» o «Nada me sale bien» (como habíamos mencionado antes en la percepción distorsionada de la realidad), es poco probable que quiera moverme y cambiar las cosas, no tendré la motivación suficiente para actuar. Sin embargo, si pienso «Soy bueno en mi trabajo» o «Tengo mucho talento» será más probable que nuestras emociones nos propicien actuar, cambiar, producir, generar… Viviríamos plenamente.

1. Detecta cómo te hablas

En este post ya hablé largo y tendido sobre la importancia de cómo nos hablamos. Detecta tus pensamientos, detecta tus generalizaciones, tus distorsiones, etc. En cuanto las detectes, podrás actuar sobre ellas porque ya conoces su existencia y las has bajado al plano consciente.

2. Toma conciencia de cómo afectan esos pensamientos en tu vida

Date cuenta de qué cosas dejas de hacer teniendo esos pensamientos, qué emociones te hace sentir, cómo te hace actuar… En definitiva, qué estás perdiendo por pensar de ese modo. Te darás cuenta que estás pagando un precio muy alto.

3. Cambia cómo te hablas

Empieza sustituyendo de tu vocabulario la palabra «debería» por «quisiera» y también cambia tus «tengo que» por «quiero». Con eso ya tienes trabajo para rato. Comienza cuestionándote tus «siempre» y tus «nunca». Cada vez que te oigas decirlo o pensarlo, pregúntate: ¿Todo todo? ¿Siempre siempre? ¿Nunca nunca? Y te darás cuenta que hay excepciones, por lo que no puede ser Todo, no puede ser Siempre y no puede ser Nunca.

4. Practica, practica mucho

Te dije que no sería rápido. De la misma manera que has interiorizado las distorsiones cognitivas y llevan guiando tu vida mucho tiempo, deberás tomarte tu tiempo para cambiarlas por nuevos pensamientos y hábitos más beneficiosos. La práctica es la que hace el hábito y recuerda que los hábitos son los que te guían el 95% de tu tiempo.

¿No es para pensárselo?

Recuerda que existen tantas realidades como personas la perciban, así que no te conformes con la realidad que pintan los demás, no te conformes con lo que tu mente ha aprendido como si fueras un mono en esa habitación de los plátanos.

Comienza a crear tu realidad. Sé tú el pintor que la inmortalice como realmente quieres. Comienza a pensar por ti mismo y a cambiar tu mente para cambiar tu vida.

Déjame tus impresiones en la caja de comentarios, me encantará leerte 🙂

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