Que te quede claro: es imposible ganar una discusión. Y si lo que quieres es ganar, ¿cuál es el precio que estás pagando por ese triunfo? ¿Quieres ganar a base de hacer sentirse mal a otra persona? ¿Y si esa persona es tu pareja, o tu amigo? Ganar discusiones no te hace inteligente, lo verdaderamente inteligente es evitarlas.
La mayor parte de las discusiones y enfrentamientos terminan con una de las dos partes en retirada, o bien porque está cansado de discutir, o bien porque cree que es tontería seguir hablando con alguien que no cede a su punto de vista. Por supuesto, ambas partes piensan que tienen razón.
Muchos gritan y discuten hasta que el otro calla. Creen que le han convencido. Y se equivocan siempre.
– Noel Clarasó –
Soy consciente de que las discusiones forman parte de la vida, y soy consciente de que las discusiones con un tono distendido y relajado, en la que todos los miembros son escuchados por igual (digamos entonces mejor que es un debate), son las que hacen el progreso. Sin embargo no quiero hablarte de ese tipo de discusiones, te vengo a hablar de aquellas que nos minan el ánimo y que corroen nuestra felicidad. Aquellas que son como un tornado de devastación que destroza todo a su paso. Aquellas que por falta de no saber gestionarlas bien, convierten una chorrada en casi un divorcio.
Por eso hoy quiero hablarte de las distintas formas que existen para evitar discusiones.
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El inicio de toda discusión
Normalmente este tipo de discusiones comienzan por un detalle, por un apunte sin importancia, un «hola» en vez de un «hola cariño»… Lo que se dice la gota que colma el vaso. También es posible que el ambiente ayude a provocar la discusión, por ejemplo en una situación de estrés. O simplemente puede surgir una discusión porque no os ponéis de acuerdo en la película que queréis ver, o en el restaurante que queréis para cenar…
Y por supuesto al final no iréis a cenar.
¿Resultado? Discusión de tres pares de narices por una chorrada.
Secuestro emocional: cuando las cosas se nos van de las manos
Aquí es cuando ocurre lo que me gusta llamar secuestro emocional, algo que aprendí en la carrera de psicología. Esto es cuando el cerebro emocional (el sistema límbico) está tan activo que toma el control de la situación. Es decir, cuando detecta que la discusión es tan importante que sólo existe eso, discutir. ¿Y qué es lo que ocurre? Que calla a la parte racional de tu cerebro. En palabras llanas, el cerebro emocional se carga al cerebro racional, y te impide pensar con claridad. Es como si sólo existiera el enfado, la ira… no existen los pensamientos racionales como «esto se me está yendo de las manos, voy a pensar con claridad» ni «esto es una tontería, porque quiero a esta persona por encima de lo que está pasando».
Sencillamente discutes. La razón está K.O.
Cuando llevas un rato secuestrado emocionalmente, llega un momento en el que alguna parte de ti se da cuenta de que ni recuerda por qué discutes. Es muy posible incluso que en este clímax emocional tan intenso, el problema por el que empezaste a discutir ya ni te importe o te parezca una tontería (pequeños despertares de tu cerebro racional). Pero ya no hay vuelta atrás… Eres esclavo de tus emociones y la otra persona es esclava de las suyas.
Lo más seguro es que, como dije antes, alguno de los dos se retire del ring, o bien cansado de discutir, o bien porque crea que tienen razón y es una pérdida de tiempo seguir intentando convencer al otro.
Y cuando las cosas se han relajado un poco, cuando bajan los niveles de ira y enfado, nos sentimos culpables.
Y al final… ¿Quién pide perdón?
Ahora es cuando estás esperando que la otra persona recule y te pida perdón. O peor, cuando ves que ese momento no llega y las horas pasan… los días pasan. ¿Los días pasan? No no no, no lleguemos a ese punto. Cuanto más tiempo se alarga la reconciliación, peor puede ser ésta.
Mi recomendación es que tomes cartas en el asunto y tengas claro qué objetivo tenías en mente cuando se originó la discusión. ¿A dónde querías llegar? A lo mejor simplemente querías cenar en un italiano pero te habría dado igual ceder hoy e ir a un mexicano. Al final te das cuenta que si supieras evitar discusiones, ganarías en calidad de vida. Que te entre en la cabeza: puedes exponer tu punto de vista sin tener que llegar al extremo de discutir. ¡Y es igualmente válido!
Técnica Take-away:
cómo evitar discusiones
– Razón o resultado: ¿Quieres llevar la razón o quieres tener resultados? Te aviso, sólo puedes tener una de las dos. Elige bien. Si quieres tener resultados (ponerse de acuerdo en una decisión común), olvídate de llevar la razón. Cede tú en una cosa y que la otra persona ceda en otra. Esa es la clave.
– Detecta el inicio de la discusión: El punto de inflexión es en el que te das cuenta de cuándo empezó la discusión, cuándo estás empezando a hablar en otro tono, qué te ha molestado… Cuando localices que lo que te ha molestado es que no te mire cuando le hablas, díselo: «Me gustaría que me miraras mientras hablo». Dilo con un tono de sugerencia. Si la otra persona está receptiva, lo entenderá y fin de la discusión.
– Respira profundamente 3 veces: Repito, respira PROFUNDAMENTE 3 veces. ¿Por qué? Porque en ese tiempo se oxigena tu cerebro entero, llega oxígeno a tu cerebro racional y te permite pensar con claridad antes de caer en el secuestro emocional. Entonces podrás dar una respuesta más apropiada.
– La gota que colma el vaso: Muchas veces las discusiones empiezan porque has estado callando mucho algo que te sentaba mal, y la frase más insignificante se convierte en la gota que colma el vaso. Y explotas. Y la lías. Mi recomendación es que comentes cada cosa que te siente mal, siempre desde la sugerencia y desde la asertividad.
– Reconoce su punto de vista: «Tienes razón, ese punto que argumentas es muy válido». Da valor a lo que piensa el otro. Eso provocará que la otra persona se sienta entendida y bajen los niveles de agresividad en la conversación
– Técnica del pastel (Recuerda muestras de cariño): Cuando vayas a discutir por algo y veas que se te está yendo de las manos, recuerda algo lleno de cariño y amor que te una a esa persona. Quizá vayas a discutir con tu pareja por una tontería, pues antes piensa en que te lleva el desayuno a la cama, en la forma en la que te abraza y te besa… ¡Es imposible que después de eso quieras discutir!
– Bajos niveles de glucosa: Un estudio reciente de la Universidad de Ohio en Estados Unidos y la de Amsterdam en Holanda han relacionado que tener bajos niveles de glucosa (azúcar) en sangre puede provocar agresividad. Y es que muchas personas afirman que se ponen agresivas cuando quieren comer, o cuando tienen mucha hambre. ¡No es broma! Seguro que a ti también te pasa que te vuelves más irascible cuando tienes hambre. Eso se soluciona rápido, cuando tengas hambre, come.
Evitar discusiones, el camino de la inteligencia emocional
Esas son mis recomendaciones. Usa la inteligencia emocional, entrénala con técnicas así, domina tus emociones y conócete. Sólo así podrás usar las emociones para que te ayuden a alcanzar tus éxitos y no perder el tiempo con discusiones que no te llevan a ningún lado.
Ahora cuéntame, ¿discutes mucho normalmente? ¿Tu problema con las discusiones no se soluciona con las técnicas que te he explicado? Deja tu comentario y te ayudaré o escríbeme por privado.