El estrés bueno y el estrés malo

El estrés, esa palabra tan odiada por muchos por sus efectos negativos. Todos conocemos a gente que sufre estrés, o incluso nosotros mismos. Pero, ¿qué sabemos realmente del estrés?

Sabemos que está muy relacionado con la ansiedad, sin embargo, no es lo mismo. El estrés es tanto causa como consecuencia de muchos de nuestros actos. La cuestión es saber qué es el estrés para nosotros porque no todo el mundo reacciona de igual manera, y por eso somos quienes somos. Únicos.

Siempre lo digo, conoce tus emociones y te conocerás a ti mismo. ¿Qué es para ti el estrés? Esa es la clave.

Estres bueno y estres malo

¿Qué es el estrés?

El estrés engloba las distintas reacciones que ocurren en tu cuerpo ante el suceso estresante. Este conjunto de reacciones incluyen tanto respuestas físiológicas (cómo reacciona tu cuerpo: temblores, sudoración, taquicardia, etc), como conductuales (las cosas que haces, cómo te comportas: huir, esconderte, gritar, llorar, etc), como psicológicas (lo que ocurre a nivel mental, cómo piensas: bloqueo de pensamiento, no me acuerdo de nada, me van a echar del trabajo, etc).

En sí el estrés es simplemente una respuesta natural del cuerpo humano para prepararlo ante una situación delicada que requiere que actuemos de una forma determinada.

Repito, el estrés es una respuesta natural.

Por eso digo que el estrés es bueno

El estrés es bueno si nos ayuda de manera adaptativa. Si no tuviéramos esta potente estrategia de afrontamiento, el ser humano como lo conocemos hoy en día no existiría. Como lo oyes.

Si cuando aún éramos nómadas y teníamos que cazar nuestra comida, no hubiéramos tenido de manera innata esta respuesta de estrés, cuando hubiéramos visto a un depredador nos habríamos quedado pasmados y mirando a las musarañas. ¿Resultado? Estaríamos siendo el primer plato de cualquier pantera, león o vete tú a saber qué.

El estrés nos ayuda a reaccionar ante una situación de peligro.  Nos ayuda a preparar nuestro cuerpo para correr, huir del peligro y salvarnos. Necesitamos toda nuestra energía optimizada en pocos segundos. Necesitamos que nuestra visión esté centrada, no queremos perdernos en los detalles. Necesitamos que nuestros músculos estén al máximo rendimiento, por eso tenemos altos niveles de tensión muscular. Necesitamos oxigenar nuestros músculos, por eso el corazón bombea más rápido la sangre.

El estrés es bueno, salva vidas.  Si te fijas, todo está pensado. Somos máquinas perfectas… o casi.

El estrés también es malo

El problema viene cuando nos volvemos sedentarios, cuando ya no tenemos que cazar nuestra comida, sino que nos viene envasada. No tenemos que recorrer grandes distancias andando o corriendo, tenemos coches. No tenemos que preocuparnos de depredadores, sólo de encontrar nuestro teléfono móvil.

Aquí es donde la respuesta de estrés se vuelve desadaptativa, inútil. Sin embargo, nuestro cerebro aún piensa que seguimos corriendo por la sabana y que en cualquier momento nos va a asaltar un tigre. Pero como eso no va a ocurrir, nuestro cerebro interpreta estrés en tareas cotidianas que nos supone enfrentarnos a situaciones difíciles. Por ejemplo, un examen o una decisión complicada en el trabajo.

Si ante un examen, en el que no estás ante la vida y la muerte, te pones ansioso, tu cuerpo reacciona con estrés. Te tensas, tu corazón se acelera, tu mente se bloquea.

¿Cuál era la finalidad? Prepararte para correr, prepararte para salvar la vida. Entonces era útil.

¿Cuál es la utilidad de esa reacción de tu cuerpo hoy en día? Ninguna.

Aquí es donde vienen los problemas, cuando utilizamos una respuesta natural en un entorno antinatural (entiéndase que quiero referirme a algo creado por el hombre, no por la naturaleza).

Además, no nos conformamos con tener estrés en un momento puntual (que es lo que sería esperable), sino que mantenemos el estrés en nuestro cuerpo desde que nos enteramos que tendremos ese examen hasta que lo hacemos, o desde que nos enteramos que van a hacer un ERE en nuestra empresa hasta que llegan los resultados.

¿Qué ocurre entonces? Pues que la hormona cortisol, que es la que genera nuestro cuerpo en situaciones de estrés, campa por sus anchas en nuestro organismo. Cualquier médico te sabe decir que el cortisol es malísimo en altas cantidades y tiene efectos muy negativos. Así que tu tarea es reducir el tiempo que estás estresado.

¿Por qué unas personas son más susceptibles al estrés que otras?

Si te das cuenta, he dicho que el estrés es la respuesta que da el cuerpo ante un suceso. Aquí hay dos factores: uno interno (nuestro cuerpo) y otro externo (el suceso en sí). Un mismo suceso puede desencadenar una respuesta de estrés a una persona y sin embargo no suscitar ningún tipo de respuesta en otra persona. Esto ocurre porque tenemos factores genéticos que nos predisponen a sentir menos estrés en esas situaciones o a calmarnos cuando vemos que el peligro ya no está presente. Sin embargo esta respuesta también se puede aprender con el tiempo aunque genéticamente estemos predispuestos a estresarnos. De ahí que por ejemplo la primera vez que te enfrentas a una oposición o a una entrevista de trabajo estés más tenso que si ya llevas muchas hechas.

Aprende de la experiencia

Mi recomendación es que te conozcas mucho, y que conozcas tus reacciones emocionales. Conoce tu estrés y cómo funcionas, sólo así podrás mejorar y podrás disfrutar de la vida como quieres y mereces. No cedas al estrés hasta el punto de tener una patología y necesitar ir a un especialista. Ataca el problema antes y aprende de tu cuerpo.

El estrés es bueno, míralo de ese modo, pero suéltalo a tiempo.

La pregunta aquí es…

¿Cómo vas a aplicar esto en tu vida?

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3 comentarios en “El estrés bueno y el estrés malo”

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