De la discapacidad a vivir un sueño: cómo transformé la adversidad en el motor de un proyecto emprendedor que me acerca a una vida mucho más plena

Post invitado escrito por Carlos Arbós de Vivir Sin Límites.

¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por cumplir tus sueños? ¿Qué barreras físicas y mentales estarías dispuesto a derrumbar? ¿Estás preparado para romper los esquemas de lo habitual, de lo cómodo y de lo esperado?

Lo sé, muchas veces hablar de nuestros sueños nos transporta a los cuentos que nos leían nuestros padres para que tuviéramos un plácido descanso.  También nos puede evocar el aroma a palomitas propio de las salas de cine en las que hemos visto proyectadas miles de historias al más puro estilo Hollywood, donde todo parece posible y donde todo acostumbra a acabar maravillosamente.

En este post también quiero contarte la historia de un sueño cumplido, pero un sueño mucho más terrenal.  Sí, tengo una discapacidad visual, pero no, no me ha impedido poner en marcha mi propio proyecto como emprendedor digital.

Gracias a You Can Do It estoy experimentando un gran caudal de emociones muy gratificantes y además he logrado pasar de sentirme un frustrado espectador de mi vida, con todas sus adversidades, a convertirme en guionista de mi propio destino, empapado de la enorme satisfacción que da saberse capaz de transformar cualquier dificultad en una oportunidad de crecimiento.

Como en todo proceso de desarrollo personal, ha habido un apasionante aunque en ocasiones arduo camino recorrido.  Déjame que te cuente…aunque en esta ocasión no lo hago para que duermas plácidamente sino para que despiertes a lo que puede llegar a ser tu realidad.

Cuando los prejuicios pueden hundir tu autoestima

Nací con una enfermedad degenerativa llamada retinosis pigmentaria.  En la retina de ambos ojos me faltan una gran cantidad de células llamadas conos y bastones, encargadas, entre otras cosas, de captar la luz que nos permite percibir visualmente la realidad que nos rodea.

Como consecuencia de la retinosis, que algún día puede degenerar en una ceguera total, veo poco o nada en entornos sin luz solar o con poca luz artificial, tengo un campo visual muy reducido (como si mirara al mundo a través de un pequeño tubo), confundo algunos colores, apenas puedo leer algunas tipografías de gran tamaño escritas en letreros o sobre papel, debo moverme con bastón por las calles…y un sinfín de dificultades que convierten en retos lo que podrían ser sencillas actividades cotidianas.

Sin embargo, he aprendido con los años que lo que realmente resulta discapacitante, lo que realmente puede limitar nuestra vida, es la falta de confianza que otras personas puedan tener en nuestras posibilidades, o lo que es mucho más demoledor, que seamos nosotros mismos quienes dejemos de confiar en nuestras propias capacidades.

La auténtica discapacidad es tener una actitud negativa ante la vida y dejar de confiar en el potencial de cualquier persona Clic para tuitear

Son innumerables las veces que he tenido que escuchar que “no iba a poder”, que era imposible que una persona con discapacidad visual casi total pudiera aprobar una asignatura o carrera concreta, que pudiera grabar y editar un video, que pudiera disfrutar con normalidad de determinadas actividades deportivas, que pudiera emprender…¡cuánta insensatez!

Lo importante es crear desde un proyecto bien pensado y así seguro que tiene la clave del éxito.

Afortunadamente siempre tuve un puntito rebelde y me tomaba esa falta de confianza como un desafió personal. Disfrutaba demostrando cuan equivocados podían estar esos prejuicios, tratando de facilitar que esas personas, que podían haber hundido mi autoestima con sus afirmaciones sentenciadoras, abandonaran su estrecha mirada sobre lo que suponían cierto por una visión panorámica de lo que puede llegar a hacer una persona y de lo que puede llegar a ser una realidad.

¿Vas a dejar de intentarlo?

Le estaré eternamente agradecido a mi discapacidad por haberme enseñado a no rendirme nunca.  Así es, porque ciertamente para tumbar esas creencias limitantes que pretendían paralizar mis avances ha sido necesario esfuerzo, estrategia y mucha perseverancia.

No poder seguir en directo las explicaciones del profesor (al no ver la pizarra o las diapositivas), no poder utilizar determinado software o acceder a determinadas páginas web por no estar adaptadas al uso de los lectores de pantalla que necesito (son programas que transforman texto en voz), encontrarme con transporte público sin sistema de aviso por voz, no poder ver el color del filete que estoy tratando de cocinar…sin duda, son muchas las ocasiones en las que no ha sido nada fácil.

¿Sabéis cuál es la inmejorable noticia? Siempre he encontrado una manera alternativa para poder llevar a cabo lo que pretendía.  Donde no hay pizarra hay apuntes de un compañero.  Donde no hay ojos para ver el dorado de un filete hay olfato y tacto para explorar aromas y texturas.  A menudo no sale bien a la primera pero la derrota sólo afecta a quien decide dejar de intentarlo.

Ahora echo la vista atrás y siento una inmensa felicidad al recordar cuando me licencié en Psicología, o cuando logré aprobar con nota el Máster en Formación del Profesorado mientras trabajaba por las mañanas en una consultoría de marketing, o cuando paleaba sobre mi kayak bajo la mágica luna llena, o cuando llegué sólo y sin conocer a nadie a Estados Unidos para experimentar un año como estudiante de intercambio…¡está claro que a mayor esfuerzo, mayor satisfacción después! Y tú, ¿vas a rendirte?

Enterrando el “DIS” para transformar adversidad en oportunidad

Hace dos años empecé a realizar una tesis doctoral sobre las claves en la motivación y el éxito de emprendedores.  Cuando empecé no imaginaba ni por asomo que acabaría emprendiendo yo mismo.

Lo que me había apasionado hasta entonces eran la formación y el desarrollo personal, pues había tenido la suerte de experimentar en varias ocasiones la desbordante satisfacción que me producía ayudar a otras personas a desarrollar actitudes y creencias que les acercaban a una vida más exitosa y feliz.

Tras revisar decenas de artículos, libros y otras tesis doctorales me di cuenta de algo que me cambió la vida.  Tradicionalmente la formación para emprendedores se había centrado en aspectos técnicos como la elaboración del famoso Plan de Negocio.  ¿Era eso suficiente de cara a preparar a alguien para tratar de llevar a buen puerto un proyecto que podría ser incluso la ilusión de toda una vida?

Evidentemente no, y así lo avalaban gran cantidad de investigaciones que apuntaban crecientemente hacia las auténticas claves del éxito: saber mantener alta la motivación, perseverar ante la adversidad, encontrar soluciones creativas, aprender a trabajar en equipo, desarrollar una sólida confianza en las propias posibilidades, vencer los miedos que paralizan la acción…en definitiva, fortalecer actitudes y creencias que mi día a día me había ayudado a desarrollar.

Donde unas personas ven crisis, otros pueden ver oportunidad.  Donde unos ven problemas, otros pueden ver posibles soluciones.  Durante años vi la discapacidad como un gran lastre pero ahora lo lograba ver como un tesoro.  ¿Por qué no aprovechar el enorme poder inspirador de quien no lo ha tenido nada fácil en la vida? ¿Por qué no fusionar ese derroche de superación con las claves prácticas de crecimiento personal y profesional para aportar valor a quien quisiera superar algún límite o a quien deseara emprender?

El mágico cruce que convierte sueños en proyectos

Siempre fui un soñador frustrado, encerrado en el armario del “realismo”.  Emprender me parecía una cosa de ricos, o de genios.  Mis miedos al fracaso tenían bien amordazados mis enormes deseos de liderar alguna iniciativa para mejorar nuestro mundo.  Era más cómodo y más seguro buscar algún trabajo fijo o incluso tratar de aprobar unas oposiciones.

Anticipaba un futuro rutinario, conformista y lleno de ilusiones enterradas bajo el manto de la zona de confort.  Aunque confundo algunos colores ese futuro sé muy bien que era gris, un gris apagado y tristón.

Entonces tuve la enorme fortuna de profundizar en la infinita capacidad del ser humano para ser el guionista de su propia historia al tiempo que me acercaba a la realidad de la actividad emprendedora.  Había maneras de sacar adelante un proyecto con pocos recursos económicos y no era ni mucho menos necesario inventar la rueda o la bombilla.

Emprender, al fin y al cabo, consiste en transformar ideas en acción, planificar y gestionar proyectos para aportar valor a un grupo determinado de personas.  Ser un buen emprendedor es algo “entrenable” y no hay mejor punto de partida que aquel en el que se encuentran tres caminos: allí donde se cruzan tus talentos, tus pasiones y las necesidades de un segmento de la población.

Así pues, me inspiré en quien ya lo había logrado, traté de aprender de su experiencia, buscando modelos y mentores que tuvieran cosas en común conmigo y, casi sin darme cuenta, me encontré experimentando la sensación más maravillosa que he conocido: sentirme dueño de mi propio destino.  Un sueño puede transformarse en un proyecto viable que nos acerque a una vida mucho más plena.

Cómo me hace sentir mi nueva vida

Lo mejor de todo es, sin duda, la sensación de libertad y de poder.  No poder del que corrompe a tantos sino del que permite que tu mente se enfoque en las oportunidades infinitas que la vida nos ofrece, en las capacidades y no en las limitaciones, en lo que las personas pueden llegar a ser y no sólo en lo que son o lo que han sido.

Es un poder que te permite crear, fluir, probar sin obsesión por acertar, dar, escuchar, levantarte repleto de ilusión por un nuevo día, atreverte a cambiar tu vida y tu entorno, sentirte orgulloso de quien eres y de lo que te hace único.

Crear You Can Do It me está ayudando a vivir mucho más feliz, a dar lo mejor de mí para tratar de ayudar a otras personas, a vivir experiencias que desconocía y a conectar con personas increíbles que me están enseñando muchísimas cosas valiosas.

¿Está siendo fácil? Te digo desde ya que en absoluto pero que las dificultades y los retos, que nos unen independientemente de tener o no una discapacidad, son superables y, lo que es todavía mejor, pueden convertirse en motor de un crecimiento personal que marque un antes y un después.

Tú también puedes…

Y ahora, en gratitud por haber leído parte de mi historia, por mostrar interés en conocerme y por ser una de esas maravillosas personas que buscan mejorarse y mejorar el mundo a su alrededor, ¡tengo un regalo para ti!

Se trata de un curso (3 videos y un PDF) en el que te descubriré las claves que me han ayudado a transformar mis sueños en proyectos que me están llenando de experiencias maravillosas.

¿Quieres que te inspire y te dé acceso al curso de modo gratuito? ¡Si, quiero!

Carlos Arbós es el creador de YouCanDoItProject.

 

 

 

Sobre el autor

6 comentarios en “De la discapacidad a vivir un sueño: cómo transformé la adversidad en el motor de un proyecto emprendedor que me acerca a una vida mucho más plena”

  1. Gracias Maite, veo que la pasión por la vida es lo que nos une y estoy totalmente de acuerdo contigo: la verdadera discapacidad es la de no intentar ser mejores cada día y crecer.

    Gracias por pasarte y por tu comentario. ¡Un abrazo!

  2. Qué gran artículo!

    Gracias Ana por traernos la historia de Carlos.

    Aunque ya le había visto por las redes, conocer su historia contada por él mismo y el cómo logró convertir una aparente discapacidad en un trampolín al éxito ha sido súper enriquecedor.

    Totalmente de acuerdo con Christian, la mayor discapacidad es la de no intentar ser mejores cada día. La actitud es lo único que marca la diferencia entre quienes salen de su zona gris y los que no se atreven a intentarlo.

    Un gran ejemplo para todos, enhorabuena Carlos!

    Un abrazo a los dos.

  3. Qué grande Christian. ¡Esa es la idea! Crecer, caminar hacia delante, seguir caminando y desarrollándonos. Tenemos mucho que mostrar al mundo 😉

  4. Enhorabuena Carlos por esa fuerza y espíritu de lucha y superación. Muchos sin discapacidad alguna , salvo la de no intentar avanzar en su vida, deberían aprender de ti.

    Un abrazo!

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